Cultura Vs Instinto: Existe una sola manera de ser Madre?
Para encontrar una “posible” respuesta, primero deberíamos ampliar nuestra mirada y viajar en el espacio y en el tiempo.
Por ejemplo, retrocedamos a París , antes del siglo XVII, la mayor parte de los bebes de las familias acaudaladas, eran entregados a nodrizas que los criaban en el campo y los volvían a entregar a su familia de origen alrededor de los 4 o 5 años. En el caso de los menos pudientes, muchos de ellos eran intercambiados con otras familias para el aprendizaje de distintas tareas.
En Tailandia, las madres duermen con sus niños para protegerlos de los malos espíritus. En Japón, los bebés y los niños duermen entre sus padres, desde hace siglos. A la madre nipona le interesa que sus hijos se conviertan un ser social conectado, esperando que el niño domine habilidades grupales, como la cortesía y el autodominio. En todas las culturas que se practica el colecho (dormir con los padres) la incidencia del síndrome de muerte súbita tiene los menores porcentajes sobre el total de niños nacidos
Actualmente en Perú, las familias acomodadas acostumbran a contratar una nana por cada hijo, desde un mes antes del nacimiento. De la maternidad el bebé sale en brazos de “su nana”, quien lo acompaña en su crecimiento hasta su adolescencia.
Los mapuches habitualmente no gritan, ni castigan corporalmente a los niños, basan su trato en un mutuo respeto. Participan en ceremonias religiosas con sumo respeto y sin necesidad que un adulto les llame la atención.
En Camerún, las madres entregan a sus hijos a partir de los 10 o 12 años a otra familia para que los críe por un tiempo, con la finalidad de asegurarse que sus hijos tengan una educación mas completa.
En sociedades modernas y del primer mundo, algunos padres, siguen métodos conductistas para “enseñar” a sus hijos a dormir, dejándolos llorar.
Las madres esquimales cargan a sus hijos, piel a piel, apenas nacidos sobre su espalda en un attiggi (capuchón de piel). El niño permanece allí hasta que adquiere capacidad locomotora, todo el tiempo, incluso defecando las espaldas de su madre, quien lo asume con una naturalidad imposible de imaginar.
Y podríamos seguir marcando un sinnúmero de diferencias en los estilos de crianza. Y llegaríamos a la conclusión que los criterios aplicados son producto de un aprendizaje culturalmente predeterminado.
Las teorías de algunos especialistas difieren diametralmente, los libros que nos indican como ser mamas pululan por doquier. Y los bebes se adaptan e incorporan la idiosincrasia en la que nacen.
Y Existe una sola manera de ser bebé?
Tal vez si, como si todos los bebes nacieran con una necesidad en común, producto de una memoria filogenética , reclamando contacto físico y tranquilizándose al ser mecidos. Como si el movimiento y la cercanía de la mama u “otra persona” les trajera reminiscencias de algo conocido.
La cría humana necesita de un largo tiempo para madurar y llegar a ser independiente. En ese sentido podemos compararnos con los marsupiales, que luego de nacer, continúan su formación en el marsupio de la madre. En general, en las culturas tradicionales, las madres cargan a sus hijos en un trozo de tela que anudan, y que se le da distintos nombres de acuerdo al lugar: quepina, rebozo, kanga, mei tai. Algunos antropólogos han llegado a la conclusión que los niños que tienen un fuerte contacto piel a piel lloran menos. Entre ellos Margaret Mead, realizo un estudio comparativo entre varias culturas tradicionales y concluyo que los pueblos mas violentos son los que privaban a los bebes y niños del contacto físico con los adultos.
Hoy también contamos con los últimos avances en lo que se llama neurobiología del cerebro, con los cuales se ha podido comprobar “científicamente” que un bebe tenido mucho tiempo en brazos tiene un numero mayor de conexiones entre las neuronas de su cerebro, (sinapsis) que un niño que no ha sido cargado.
Pareciera que biológicamente, la criatura humana despertara una conducta maternal y protectora, no solo entre los humanos, sino también en otras especies, como hemos escuchado cientos de historias de niños perdidos criados por animales, que les brindaron calor y alimento. Tal vez nacemos con este mecanismo incorporado como método para sobrevivir.
Los bebés solo pueden saber lo valiosos que son a través del reflejo, por la manera en que son tratados. Como dice Jean Liedloff en su libro el concepto del continuum: “Una vez que la madre comprenda que si lleva a cuestas a su bebe durante los primeros seis u ocho meses de vida estará asegurando la independencia del pequeño y creando la base para que sea sociable, poco exigente (demandante) y positivamente servicial durante los quince o veinte años siguientes en los que vivirá con sus padres…. Creo que la gran mayoría de padres quieren realmente a sus hijos y que solo les privan de unas experiencias tan esenciales para su felicidad porque no tienen ni idea de que están haciéndoles sufrir. Si comprendieran la tortura que supone para un bebe llorar en la cuna, sin que nadie le haga caso, el terrible deseo de contacto que siente y las consecuencias del sufrimiento que le produce…no me cabe la menor duda de que harían todo lo posible para evitar dejarlo solo un minuto …El instinto de la madre, confundido por la cultura, se reafirmará y conectará de nuevo con sus motivos naturales. Cuando su hijo llore, la señal le ira directamente al corazón, el cual no estará confundido por ninguna escuela de pensamiento sobre el cuidado de niños”.
Esto que parece difícil de implementar en nuestra sociedad, moderna y globalizada no es tan así. Solo se trata de estar “en contacto” con nuestro bebe cada vez que podamos. Una pequeña tela anudada y que lo sostenga, esta disponible al alcance de todos. Y cuando la mama se reincorpore al trabajo, dejarlo en manos de una persona que lo cuide y lo lleve con ella la mayor parte del tiempo. La piel es el primer medio de comunicación con el mundo exterior.
Solo se trata de comprender que si un niño llora es porque algo necesita: alimento, dormir, calor, brazos, sostén. Y saber que el llanto es la única manera que tiene de hacernos saber que no se siente bien.
Entonces así, podrá ir incorporando la cultura en la que nació, sin conflictos en su persona. Parafraseando a Laura Gutman tengamos en cuenta que “nadie pide lo que no necesita”.
Alejandra Martinez
www.maminia.com
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