"Nuestros niños nos escuchan, nos comprenden y protegen"

Laura Gutman está escribiendo un nuevo libro, sólo que esta vez el tema es más amplio. Después de La maternidad y el encuentro con la propia sombra (que va por la segunda edición) y Puerperios y otras exploraciones del alma femenina, que presentó en septiembre último, la nueva obra explora las otras etapas de la vida de una mujer. El título tentativo es La mujer en busca de su presencia.

"Beatriz, mi madre, era una mujer simple, muy carnal, de abrazo, y yo, una especie de Susanita, preocupada por todo lo que tuviese que ver con la maternidad y los bebes. Pero a los 18 años, en 1976, tuve que exiliarme y me fui a París, donde estaba muy de moda el feminismo y me encandilé con sus propuestas", recuerda.

Otra de sus preocupaciones eran los niños pequeños y "el no lugar que tenían en Francia", donde no eran muy tenidos en cuenta. Comenzó a estudiar psicopedagogía clínica y al poco tiempo de recibirse nació su primer hijo. Tenía 23 años, una madre muy joven que trataba de integrar su feminismo sano con la maternidad.

"En París es invierno todo el año y no hay lugares adonde llevar a un bebe, entonces comencé a concurrir a la famosa Casa Verde, el centro que había fundado Françoise Dolto en el barrio 15 de París. Un verdadero lujo; una podía ir con su hijo a pasar la tarde y hacer consultas a especialistas notables, entre ellos la propia Françoise Dolto; me pegué a ella."

-¿Cómo era Françoise Dolto?

-Un ser fabuloso. Grandota, algo tosca, pero muy tierna; parecía más bien una abuela italiana o gallega. Se sentaba con las piernas abiertas y hablaba en un lenguaje muy sencillo, frontal, con desparpajo, y por eso era criticada en los círculos psicoanalíticos de París; una no tenía miedo de hacerle preguntas. Decía que el ser humano tenía la misma capacidad de comprensión desde el día de su concepción hasta el de su muerte. Entonces hablaba con las madres y les pedía que le contaran sus experiencias, sus momentos malos y buenos, y después todo eso se lo narraba al niño. Porque, agregaba, el niño merecía saber porque tenía la capacidad de comprender. La escuchaba con mucha atención, y me propuse que una de mis tareas como psicopedagoga sería enseñarles a las madres ir en busca de su propia verdad para que luego, ellas mismas, la transmitieran a sus hijos.

-¿En qué consiste la búsqueda?

-Creo que el niño y la madre forman una unidad, lo que denomino fusión emocional. Es decir que si la madre oculta una parte de su verdad el niño lo percibe, porque la sabe. Y la mayoría de las madres no conoce toda su verdad, sabe la más inmediata, la que acepta su cultura. Pero está la otra, la sombra, que es necesario sacar a la luz para integrarla a la vida. Muchas madres ni siquiera sospechan que esa parte oscura existe y que una de sus tareas como seres humanos es perderle miedo, buscarla y sanarla, para transformarla en parte de su fortaleza.

-¿Qué es la sombra?

-Es un termino utilizado por Carl Jung para definir las partes desconocidas de nuestra psique y de nuestro mundo espiritual. Estamos formados por una parte luminosa y una oscura, pero nos identificamos con la generosidad y la bondad, y despreciamos los opuestos, el egoísmo y la maldad. La sombra se desarrolla desde la infancia.

-¿Cuándo volvió a la Argentina?

-En 1988, ya con dos hijos.

-¿Cómo le fue?

-Comencé a recorrer instituciones y consultorios buscando trabajo. Hablaba y hablaba explicando mis teorías, pero no había caso, no conseguía un espacio. Finalmente, decidí ofrecer mis servicios de otra manera: iba a las casas y ayudaba a las madres. Yo fui la primera doula.

-¿Qué es una doula?

-Doula, en indi, significa mujer experimentada, y es una profesional capacitada para resolver problemas. Posteriormente fundé Crianza, una institución con base en Buenos Aires donde funciona una escuela de capacitación para profesionales de la salud y la educación, grupos de crianza para madres. Además, seminarios breves para profesionales, terapias individuales y de parejas, publicaciones sobre maternidad y crianza, y un servicio de doulas a domicilio.

-¿Logró integrar su feminismo con su maternidad?

-La maternidad y el puerperio desencadenan una verdadera conmoción tanto en la mujer como en el recién nacido y en la pareja. Se produce un cambio fundamental de consecuencias insospechadas. Por lo tanto son momentos que deben ser vividos con sumo cuidado y dedicación. Lamentablemente, en nuestra cultura, con el vértigo que nos caracteriza, quemamos etapas. Expulsamos a la madre, que en 45 días debe volver a trabajar, estar linda, sin rastros de su maternidad. Por supuesto, esto es tremendo para el niño que, como dijimos, forma una unidad emocional con ella. Y lo expresa reclamando esa carencia durante toda su vida. Creo que el tiempo mínimo para el puerperio son dos meses, y allí se juega la felicidad del niño y de la familia. Ese niño al no tener carencias afectivas es altruista, generoso. Y ahora vamos a esa integración que me reclamaba.

-Adelante.

-Cuando una madre puede vivir esos momentos en tiempos lógicos, consigue realizarse como madre y reintegrarse a la vida laboral sin culpas, feliz. Y esto nos lleva a hablar un poco de otro personaje: el padre.

-¿Como sería un buen padre?

-El que se arremanga y durante esos dos meses sostiene a su esposa sin pedirle afecto ni ayuda, porque ella es la madre, la que debe cuidar a ese hijo que concibieron juntos, en una de las etapas más importantes de su vida.

-¿Qué más?

-Recordar palabras del pediatra Frédérique Leboyer, autor de la idea del parto sin violencia. Dijo: "Ser cargados, acunados, acariciados, tocados, masajeados; cada una de estas cosas es alimento para los niños pequeños. Tan indispensable, si no más, como las vitaminas, sales minerales y proteínas. Si se lo priva de esto, y del olor, el calor y la voz que tan bien conoce, el niño, aunque esté harto de leche, se dejará morir de hambre".

Luis Aubele

Hablemos
Tomemos la costumbre de hablar con los niños, por pequeños que sean. Cada mañana contémosles cómo será el día. Si tenemos que dejarlos, expliquémosles qué harán ellos en nuestra ausencia, qué van a comer, adónde van a ir a pasear. Y más imprescindible aún hablemos sobre lo que nos pasa, lo que sentimos, sobre el origen de nuestras preocupaciones, los motivos de nuestras alegrías. Hablemos porque nuestros niños nos escuchan, nos comprenden y protegen.

Marzo 2005
Fuente: http://www.mundomujer.cl/pags/sicologia/nuestros_ni%C3%B1os_nos_escuchan.htm

1 comentario:

Cris dijo...

Veo que cada día estás renaciendo un poco más y todo va tomando más forma! Qué bien! Y sigue con el trabajo duro en tu blog, ya que encuentras información muy interesante! Un saludo!